Vivo en el barrio donde mataron a Adam Toledo. Esto es lo que significa criar a un niño allí.

Las madres de La Villita merecen apoyo, no que se les juzgue.

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Como la madre del niño de 13 años, Adam Toledo, también soy madre en el barrio de La Villita de Chicago. No puedo imaginar su dolor y no la conozco personalmente. Pero sé que las personas que la juzgan o la culpan por su muerte, como ella misma ha dicho que muchos lo hacen, no entienden lo que significa criar a un niño en nuestro barrio hoy en día.

La Villita, un vecindario mayoritariamente latino donde Adam fue asesinado a tiros por un agente de policía de Chicago el 29 de marzo, es una comunidad que necesita muchos recursos. Por ejemplo, él iba a la escuela primaria Gary, donde el 95% de los estudiantes son de bajos ingresos. Especialmente, los padres que trabajan en nuestro barrio luchan financieramente. Incluso algunas familias que han vivido aquí durante 15, 20 o más años tienen varios trabajos sólo para poder pagar el alquiler que está aumentando debido a la gentrificación.

Muchos en nuestra comunidad también son indocumentados, lo que significa que incluso durante la pandemia de COVID-19, no han sido elegibles para recibir los cheques de estímulo, cupones de alimentos u otros apoyos gubernamentales. Eso ha agravado aún más la situación económica.

Por supuesto, nosotros, como padres y cuidadores, queremos brindarles a nuestros hijos la mejor vida posible. Pero no tenemos el apoyo que necesitamos para superar la pobreza e invertir en nuestros niños de la manera que se merecen. Los niños de otros barrios más ricos tienen acceso a una amplia variedad de actividades extraescolares. Tenemos un YMCA en el barrio, pero incluso este es demasiado caro para muchas familias. En cambio, todo lo que ganamos tiene que ir para alimentar a la familia o para pagar el automóvil que lleva a nuestros hijos a la escuela y a nosotros al trabajo. Esto no está bien.

Este patrón se repite en las instituciones de todo Chicago: las comunidades blancas ricas tienen acceso a recursos que las comunidades marginadas y de bajos ingresos no tienen. He visto esto en mi trabajo con SexEd Works, una campaña para hacer que se imparta la educación sobre salud sexual en todas las escuelas públicas de Chicago. Nosotros, como grupo de sobrevivientes de violencia de género, organizamos la campaña porque creemos que aprender sobre cómo son las relaciones saludables puede ayudar a prevenir la violencia comunitaria. Creamos esta campaña porque, como sobrevivientes, compartir esta información nos permitió reconocer patrones violentos y apoyarnos mutuamente en la sanación. Somos miembros de la comunidad que queremos cambios para nuestras escuelas y para nuestros niños, y creemos que esta inversión es una de las muchas que pueden hacer los funcionarios de nuestra ciudad y de la Junta de Educación.

Al crear esta campaña en 2018, encontramos que el 70% de las Escuelas Públicas de Chicago no cumplen con el programa obligatorio de educación sobre salud sexual. La mayoría de estas escuelas se encuentran en el sur y oeste de la ciudad. Creemos que proporcionar adecuadamente recursos comunitarios, como educación sexual, consejeros de salud mental y enfermeras en cada escuela, y programas extracurriculares gratuitos, evitará la violencia en nuestras comunidades. Cuando nuestros hijos tienen más conocimiento sobre el consentimiento, cómo decir “no” y cómo establecer límites firmes en las relaciones con confianza, en última instancia,  están más preparados para navegar las presiones sociales. Muchas personas están asignando toda la responsabilidad a los padres que están luchando, sin brindarnos el apoyo que merecemos.

La gente de La Villita y otras comunidades marginadas está cansada del ciclo constante de noticias que quiere que aceptemos que esta violencia es normal o que no se puede prevenir de ninguna manera. Nuestros funcionarios electos nos ven como “votos vacíos” debido a las barreras sistémicas y no se esfuerzan por ayudarnos, a menos que puedan aprovechar una oportunidad para tomar fotografías o agregar este proyecto a sus currículums.

Nosotros — maestros, cuidadores, miembros de la comunidad, funcionarios electos, todos— debemos invertir en más esfuerzos liderados por la comunidad para que nuestros niños puedan vivir en un mundo libre de violencia, un mundo donde puedan prosperar y no solo enfocarse en sobrevivir a la pobreza y la policía. Necesitamos organizar campañas que centren las necesidades de nuestras comunidades y especialmente la salud, alegría y seguridad de la próxima generación. La responsabilidad de mantener seguros a nuestros hijos y vecinos nos pertenece a todos —no sólo a los padres, no sólo a las madres.

Adam Toledo merecía más apoyo de esta ciudad. Su madre y todas las madres de La Villita merecen el apoyo de todos ahora. Todos somos responsables de mantenernos a salvo unos a otros.  

María Serrano es residente del barrio de La Villita de Chicago y líder de Sanando en Acción, una organización de base que trabaja para combatir la violencia de género en Chicago.